Descripción
El hallazgo de estas pinturas fue casual, ya que las bóvedas se encontraban enlucidas, proceso muy habitual en épocas pasadas como medida de higiene o bien por motivos puramente estéticos.
Al iniciar las obras de rehabilitación de la iglesia, cuando se comenzaron a retirar los encalados que cubrían las bóvedas, aparecieron los primeros retazos de color. Inmediatamente se paralizó el picado de la bóveda y se optó por terminar de descubrir las pinturas y conservarlas, ya que, aunque no se trate de un ejemplo de gran valor pictórico, si lo son desde el punto de vista histórico.
Las pinturas en su origen cubrían la totalidad de las bóvedas, aproximadamente unos 200 m2 que incluyen la sacristía, la capilla de San Juan, la capilla del Rosario, el bajo coro y el baptisterio.
La decoración consiste en una sencilla greca con línea ondulada y puntos que bordean todos los paños de la plementería. En los plementos mayores encontramos motivos diversos: grutescos, flores, jarrones, aves, motivos geométricos, etc., que no siguen una línea narrativa.
Realizadas a “fresco-seco” (mezzofresco), que aplica los pigmentos en la pared casi seca para terminar la obra con el color mezclado con agua de cal.
El mortero presenta dos capas: arriccio e intonaco. Está compuesto de cal con árido de marmolina o caliza molida, con caliches que pueden alcanzar las 600-700 micras. Como impureza de la calcita encontramos arcillas y óxido de hierro que le dan un tono ocre al mortero. El “intonaco” consta de un enfoscado de yeso gris, un enlucido de yeso blanco que sirve de base cromática y pinceladas muy finas de color rojo. No se ha hallado aglutinante orgánico alguno.
La preparación: mortero de cal, arena y cargas varias: gravilla, paja, etc, de diferentes grosores según las zonas, de color tierra y de textura basta. El grosor varía de 3 cm en prácticamente la totalidad de la superficie a menos de 1 cm en zonas muy concretas.
El encaje y las formas curvas de la pintura mural se ha realizado con dibujo inciso muy profundo sobre el mortero fresco. Las rectas se han ejecutado a mano alzada salvo en algunas zonas donde se han ayudado de reglas, y las curvas se han trazado con compás, como se ve por las huellas de la aguja. También se aprecian algunos errores y correcciones en el trazado.
Estado de conservación
Pésima adherencia al muro, producida por la disgregación del mortero original, que en algunas zonas estaba reducido a arena, perdiendo completamente su función.
La película pictórica está bastante completa, observándose desgastes en algunos paños.
Nuestra intervención
- Eliminación de restos de revocos cubrientes mecánicamente
- Consolidación por inyección de mortero sintético
- Rellenado de lagunas con mortero de cal y arena
- Reconstrucción de los paños destruidos
- Reintegración pictórica
- Reproducción de motivos en los paños nuevos
- Protección final
Para describir en la mayor brevedad posible, diremos que el deterioro de las pinturas tiene su origen en el daño que ha provocado en los materiales constitutivos la presencia de agua. Ha provocado tanto el deterioro del soporte, disgregando el mortero, como la pérdida de la policromía por la presencia de sales y el deterioro del aglutinante orgánico. El agua ha hecho presencia en las pinturas en forma de filtraciones a través de las cubiertas defectuosas.
Los criterios aplicados perseguían el fin de conservar los restos de decoraciones existentes. Respecto a la reconstrucción de las partes perdidas, desde el principio se planteó la reproducción de los plementos perdidos basándonos en los datos fidedignos que pudiéramos obtener de las propias pinturas y la reintegración de las lagunas que interrumpían la lectura correcta de las mismas. Para devolver la unidad física a este conjunto pictórico, sin que lo nuevo destacara sobre el original, se procedió al rellenado de todas las lagunas y faltas con un mortero de características similares al original, con un tono ligeramente más claro con el fin de hacerlo discernible, pero sin romper la unidad estética.